Lucha social y represión
26/04/2012, Juan Bértiz, Socialismo Revolucionario, Barcelona
A nadie se le oculta que el éxito de la huelga general del pasado 29 de Marzo fue un paso más en un proceso ascendente de luchas cuya visibilidad arrancó el 15 de Mayo del año pasado y que no ha culminado y no parece que vaya a culminar. Al contrario, irá a más. Todo indica que la crisis está lejos de solucionarse: el paro aumentará, la precariedad se afianzará por desgracia como único futuro laboral, se recortarán servicios sociales –sanidad, educación, ayudas sociales-, crecerán los desahucios y el número de personas que no perciban ningún subsidio. Se trata de una crisis que no sólo afecta ya a la clase trabajadora, sino a otros sectores, como comerciantes, autónomos, clases medias. Mientras, asistimos sin disimulo al mantenimiento, si no ampliación, de los privilegios de los más ricos: amnistías fiscales, más ayudas a la banca, tratamiento especial al gran capital.
La crisis por tanto está afectando cada vez más a la población. Sólo así se explica el éxito de la huelga –muy poca gente escapa ya a las crisis y a las medidas restrictivas de los gobiernos central y autonómicos- y, en general, de las movilizaciones que radicalizan su discurso y exponen bien a las claras la necesidad de una transformación de la sociedad que no se quede en lo superficial.
El gobierno, la patronal, la prensa que defiende este sistema capitalista –una gran mayoría mediática, todo hay que decirlo- son conscientes del aumento de la conflictividad social y desde el comienzo de las movilizaciones han intentado deslegitimar las luchas. El ataque verbal contra los sindicatos días antes de la huelga general y el discurso fatalista de que la misma no serviría de nada procuraron sin éxito quitar fuelle a las protestas. Pero el hartazgo de la población es cada vez mayor y por tanto la reacción de los poderosos ya ha dejado de ser, parafraseando a Gandhi, el mero descrédito o la burla para pasar a la irritación y la represión.
Del mismo modo que el éxito de la huelga general ha sido un paso más en las movilizaciones, la brutal represión ejercida por la Policía Autonómica Catalana, los Mossos d´ Esquadra, son un aviso de la respuesta que podemos recibir a las movilizaciones. No es gratuito que una de las pocas partidas presupuestarias que no se reducen sea la correspondiente a la Policía. En Cataluña se está dotando a los Mossos d´Esquadra de nuevo material antidisturbios y se creó un grupo de información cuyo objetivo es investigar a “los antisistema”. Además, CiU y PP anuncian un endurecimiento del Código Penal relativo a actos contra el orden público y resistencia a la autoridad (policial) que en la práctica iguala ciertas acciones –quema de barricadas o de mobiliario urbano- a actos de sabotaje y terrorismo. Pero además pretenden que la resistencia pasiva, sentarse ante la policía sin romper nada, sin reaccionar violentamente, sea asimilada a la figura del atentado a la autoridad, de forma que ni el mencionado Gandhi escaparía a ser calificado de violento.
Quieren legitimar estas medidas por el aumento, dicen, de los actos vandálicos llevados a cabos por “grupos antisistema (okupas, radicales)” o “profesionales de la violencia” que aprovechan cualquier acto de masas, ya sea una manifestación ya sea un evento deportivo, para lanzarse a una borrachera de ardor violento y que han elegido Barcelona, afirman, como uno de los polos de sus iracundas e irracionales acciones. Se produjeron incidentes en manifestaciones de protesta de desalojos de centros sociales ocupados, de la huelga general del 29 Septiembre de 2010, en la protesta ante el Parlamento de Cataluña en Junio de 2011, en las últimas manifestaciones de los estudiantes y, finalmente, a lo largo de la jornada del 29 de Marzo.
Claro que lo que vimos todos en Barcelona durante la huelga general dista mucho de la versión oficial y del interés de los Mossos por “defender el legítimo derecho ciudadano a la huelga y al trabajo”. Hay que indicar a este respecto que la política de los Mossos es ante todo una política denominada de prevención de incidentes, que se basa en dejarse ver, dejar constancia de la presencia policial cuando se realizan manifestaciones, y que en la práctica se trata de rodear las concentraciones con las furgonetas policiales y que se note también la presencia de policías de paisano que van en grupos junto a los manifestantes. Lo llaman prevención, pero no deja de ser también control y voluntad de amedrantar.
Pero además asistimos en Barcelona a una nueva vuelta de tuerca en la represión y que se tradujo en la brutal actuación por la tarde contra una de las dos manifestaciones, la más numerosa, la que intentó avanzar por el Paseo de Gracia. De hecho, avanzaban dos manifestaciones en paralelo, la de CGT y CNT por la calle Pau Claris y la otra por el Paseo de Gracia que estaba compuesta por dos bloques, CC.OO. y UGT en la parte alta de la céntrica avenida, y movimientos sociales vinculados al 15 de Mayo y al sindicato IAC en las inmediaciones de la Plaza Cataluña. Fue este sector el que sufrió la brutal represión. La Brigada Móvil (antidisturbios) se concentraba ante el Corte Inglés de la Plaza Cataluña. Se quemaron, sí, contenedores en la Ronda Sant Pere, pero los Mossos cargaron contra la manifestación de Paseo de Gracia, primero con balas de goma y cuando comprobaron que la mayoría de los concentrados no se fueron y reprobaban la actuación policial, cargaron con gases lacrimógenos. Hay que recordar que el Paseo de Gracia estaba a rebosar de gente y que la había de todas las edades, niños, familias, personas mayores.
¿Es este el modelo democrático que se va a imponer? No podemos olvidar Valencia hace algunas semanas. El resultado de la jornada de huelga en Barcelona se saldó con muchos heridos –algunos graves: pérdida de visión en un caso, operaciones graves en otros-, numerosos detenidos, tres de ellos de momento en prisión provisional, numerosas escenas de pánico. Pero además asistimos a la justificación del Conseller Puig de toda esa violencia policial y el silencio mediático de la brutalidad que sufrieron muchos asistentes a las protestas. El aviso de endurecimiento legal nos indica que se lo toman en serio y con preocupación esto de las disidencias. Y que son conscientes de que las movilizaciones, para su desgracia, van a crecer. Mucho nos tememos que vamos a tener que defender también los derechos básicos y las libertades que pretender recortar en este nuevo escenario al que nos dirigimos.
En este sentido, el proyecto que preparan de una reforma del Código Penal busca a todas luces limitar derechos y libertades. No sólo busca agravar las penas e incorporar otras nuevas -como considerar la resistencia pasiva al atentado a la autoridad o responsabilidad de las organizaciones convocantes de los actos de violencia-, sino conlleva una tendencia autoritaria peligrosa.
Pero además, la detención a finales de Abril de activistas sociales en Navarra, Valencia y Cataluña indica también que el mensaje es evidente: el Estado va a reprimir, como decíamos, seña inequívoca que temen lo que se avecina. Sorprende además la dureza de algunas declaraciones policiales, como la de un mando de los Mossos d´Esquadra, que calificaba de ratas a los “antisistemas”, en lo que resulta una intromisión ideológica por parte de la policía y que consideramos inadmisible.