24/02/2014, Xoan Vazquez, SR Madrid. Publicado originalmente en la Hoja Informativa de Madrid nº6 de Socialismo Revolucionario.
Los/as trabajadores/as del metro de Londres siguieron masivamente la primera de las dos jornadas de huelga de 48 horas convocada por los sindicatos RMT (Sindicato de Trabajadores del Transporte Ferroviario y Marítimo) y TSSA (Asociación del Personal Asalariado del Transporte), para los días 4-5 y 11-12 de febrero para protestar contra el plan de la empresa, London Underground, de cerrar todas las taquillas de la red de metro con el argumento de que las tarjetas magnéticas que ahora hacen las veces de billete las han convertido en un servicio innecesario. La compañía gestora del metro, quiere ahorrarse así casi 1.000 empleos y poner en el mercado como espacios comerciales las áreas ahora utilizadas para la venta de billetes.
La respuesta contundente de los trabajadores, que a través de piquetes informativos paralizaron durante 48 horas más del 70% del servicio, hizo que el mismo día que comenzaba la segunda de las jornadas de huelga la empresa comunicara a los sindicatos su intención de negociar y de suspender su plan de recortes hasta el 8 de abril.
Las direcciones sindicales han valorado el resultado como una victoria de la huelga, un triunfo importante, pues antes de la huelga la dirección se había mostrado totalmente intransigente y ahora están dispuestos incluso a retomar el diálogo sobre el tema de cierre de las taquillas origen del conflicto.
Un conflicto que dura casi 15 años
Desde que en junio del 99 el ministro laborista J. Prescott diera el pistoletazo de salida para la futura privatización del metro de Londres, la externalización a lo largo de estos años de muchos de los servicios ha supuesto el aumento constante de las tarifas (las más elevadas de la UE y el doble que en Tokio o Nueva York), la desaparición de servicios, muchos sin previo aviso, el abandono o la ausencia de renovación de los sistemas de seguridad y los recortes en el empleo.
Esto ha motivado que ,desde entonces, el conflicto entre los/as trabajadores/as y el consorcio London Underground se vaya reproduciendo año tras año con mayor o menor intensidad ante la necesidad de defender los puestos de trabajo, los servicios y la seguridad en la red de transporte de Londres frente al tsunami privatizador.
Pero, en esta ocasión, la huelga amenaza con convertirse en una batalla duradera y con tintes políticos. Los sindicatos han acusado al alcalde conservador, Boris Johnson, de negarse a negociar a lo que este ha respondido amenazando con convertir el metro de Londres en un servicio esencial, lo que obligaría a una detallada negociación sobre servicios mínimos antes de poder llevar a cabo una huelga. El alcalde ha llegado a sugerir que se modifique también la ley de forma que una huelga tenga que ser aprobada por al menos un 50% de los trabajadores.
Como la batalla ante la opinión pública la van perdiendo, pues según una encuesta más del 70% de la población londinense está en contra del cierre de taquillas, Gobierno y empresa han intentado retratar a los sindicalistas como contrarios a los avances tecnológicos. Con métodos que retrotaen a los tiempos de Thatcher han utilizado los medios de comunicación afines para calificar al dirigente sindical Bob Crow del RMT de “dinosaurio” a lo que el respondió que “bueno, los dinosaurios estuvieron sobre la tierra muchos años".
También se ha intentado por parte de la empresa justificar los planes de despido amparándose en razones económicas y presentar a los trabajadores como preocupados exclusivamente en la defensa de sus puestos y condiciones de trabajo cuando la realidad es otra. Los sindicatos han puesto sobre la mesa de negociaciones no sólo la reivindicación de cero despidos sino que han denunciado una serie de aspectos negativos en la gestión del servicio y el intento de enmascarar una realidad que no es otra que el afán privatizador.
La tabla reivindicativa incluía además del no a los recortes de plantilla y al cierre de taquillas los siguientes puntos:
* Publicidad de las cuentas permitiendo a los trabajadores y a los usuarios ver dónde se gastan los ingresos de la subvención del gobierno y de los billetes.
* Ampliar la subvención. El Metro de Londres recibe una pequeña subvención del gobierno en comparación con las ayudas que reciben en otros países.
* Es mentira que el metro de Londres sea deficitario pues en 2012 London Underground ha cubierto el 91% de su presupuesto de funcionamiento con los ingresos de billetaje, en comparación con 56 % para el metro de Nueva York (2009) y el 40 % para el metro de París (2007).
* Paralización de los planes privatizadores. Deben parar las externalizaciones de servicios y volver a asumir la empresa servicios como limpieza y mantenimiento. London Underground adquirió enormes deudas como resultado de la privatización errónea de la infraestructura del metro. Mientras LU pretende ahorrar 220 millones de libras con la reducción de empleos, salarios y eliminación de taquillas, se gastan más de 500 millones de libras en consultorías que trabajan en los planes privatizadores.
* Reducción de las tarifas y y creación de un servicio de metro eficaz y barato.
Los/as trabajadores del metro de Londres han demostrado que la administración puede ser obligada a ceder en sus planes de recortes y privatizaciones, aunque sólo parcialmente, en esta primera etapa de la lucha. Como señala nuestra compañera del Socialist Party (CIT en Inglaterra y Gales), Paula Mitchell, “la huelga del metro proporciona una lección importante para los trabajadores de todo el mundo y es la de que la clase obrera organizada tiene el poder”.
Las huelgas de los sindicatos RMT y TSSA en el metro son parte de ese ascenso en las luchas que se va extendiendo por todo el mundo.Trabajadores/as que luchan contra las políticas de austeridad y recortes, de pérdida de empleos y de destrucción de los servicios públicos.
Ahora los/as trabajadores/as del metro de Londres tienen la capacidad de infligir una derrota real sobre Cameron y compañía. Una victoria suya sería una victoria para todos los que han llevado la peor parte de las políticas de austeridad impuestas por la troika en los últimos años.
Los/as trabajadores/as del metro de Londres siguieron masivamente la primera de las dos jornadas de huelga de 48 horas convocada por los sindicatos RMT (Sindicato de Trabajadores del Transporte Ferroviario y Marítimo) y TSSA (Asociación del Personal Asalariado del Transporte), para los días 4-5 y 11-12 de febrero para protestar contra el plan de la empresa, London Underground, de cerrar todas las taquillas de la red de metro con el argumento de que las tarjetas magnéticas que ahora hacen las veces de billete las han convertido en un servicio innecesario. La compañía gestora del metro, quiere ahorrarse así casi 1.000 empleos y poner en el mercado como espacios comerciales las áreas ahora utilizadas para la venta de billetes.
La respuesta contundente de los trabajadores, que a través de piquetes informativos paralizaron durante 48 horas más del 70% del servicio, hizo que el mismo día que comenzaba la segunda de las jornadas de huelga la empresa comunicara a los sindicatos su intención de negociar y de suspender su plan de recortes hasta el 8 de abril.
Las direcciones sindicales han valorado el resultado como una victoria de la huelga, un triunfo importante, pues antes de la huelga la dirección se había mostrado totalmente intransigente y ahora están dispuestos incluso a retomar el diálogo sobre el tema de cierre de las taquillas origen del conflicto.
Un conflicto que dura casi 15 años
Desde que en junio del 99 el ministro laborista J. Prescott diera el pistoletazo de salida para la futura privatización del metro de Londres, la externalización a lo largo de estos años de muchos de los servicios ha supuesto el aumento constante de las tarifas (las más elevadas de la UE y el doble que en Tokio o Nueva York), la desaparición de servicios, muchos sin previo aviso, el abandono o la ausencia de renovación de los sistemas de seguridad y los recortes en el empleo.
Esto ha motivado que ,desde entonces, el conflicto entre los/as trabajadores/as y el consorcio London Underground se vaya reproduciendo año tras año con mayor o menor intensidad ante la necesidad de defender los puestos de trabajo, los servicios y la seguridad en la red de transporte de Londres frente al tsunami privatizador.
Pero, en esta ocasión, la huelga amenaza con convertirse en una batalla duradera y con tintes políticos. Los sindicatos han acusado al alcalde conservador, Boris Johnson, de negarse a negociar a lo que este ha respondido amenazando con convertir el metro de Londres en un servicio esencial, lo que obligaría a una detallada negociación sobre servicios mínimos antes de poder llevar a cabo una huelga. El alcalde ha llegado a sugerir que se modifique también la ley de forma que una huelga tenga que ser aprobada por al menos un 50% de los trabajadores.
Como la batalla ante la opinión pública la van perdiendo, pues según una encuesta más del 70% de la población londinense está en contra del cierre de taquillas, Gobierno y empresa han intentado retratar a los sindicalistas como contrarios a los avances tecnológicos. Con métodos que retrotaen a los tiempos de Thatcher han utilizado los medios de comunicación afines para calificar al dirigente sindical Bob Crow del RMT de “dinosaurio” a lo que el respondió que “bueno, los dinosaurios estuvieron sobre la tierra muchos años".
También se ha intentado por parte de la empresa justificar los planes de despido amparándose en razones económicas y presentar a los trabajadores como preocupados exclusivamente en la defensa de sus puestos y condiciones de trabajo cuando la realidad es otra. Los sindicatos han puesto sobre la mesa de negociaciones no sólo la reivindicación de cero despidos sino que han denunciado una serie de aspectos negativos en la gestión del servicio y el intento de enmascarar una realidad que no es otra que el afán privatizador.
La tabla reivindicativa incluía además del no a los recortes de plantilla y al cierre de taquillas los siguientes puntos:
* Publicidad de las cuentas permitiendo a los trabajadores y a los usuarios ver dónde se gastan los ingresos de la subvención del gobierno y de los billetes.
* Ampliar la subvención. El Metro de Londres recibe una pequeña subvención del gobierno en comparación con las ayudas que reciben en otros países.
* Es mentira que el metro de Londres sea deficitario pues en 2012 London Underground ha cubierto el 91% de su presupuesto de funcionamiento con los ingresos de billetaje, en comparación con 56 % para el metro de Nueva York (2009) y el 40 % para el metro de París (2007).
* Paralización de los planes privatizadores. Deben parar las externalizaciones de servicios y volver a asumir la empresa servicios como limpieza y mantenimiento. London Underground adquirió enormes deudas como resultado de la privatización errónea de la infraestructura del metro. Mientras LU pretende ahorrar 220 millones de libras con la reducción de empleos, salarios y eliminación de taquillas, se gastan más de 500 millones de libras en consultorías que trabajan en los planes privatizadores.
* Reducción de las tarifas y y creación de un servicio de metro eficaz y barato.
Los/as trabajadores del metro de Londres han demostrado que la administración puede ser obligada a ceder en sus planes de recortes y privatizaciones, aunque sólo parcialmente, en esta primera etapa de la lucha. Como señala nuestra compañera del Socialist Party (CIT en Inglaterra y Gales), Paula Mitchell, “la huelga del metro proporciona una lección importante para los trabajadores de todo el mundo y es la de que la clase obrera organizada tiene el poder”.
Las huelgas de los sindicatos RMT y TSSA en el metro son parte de ese ascenso en las luchas que se va extendiendo por todo el mundo.Trabajadores/as que luchan contra las políticas de austeridad y recortes, de pérdida de empleos y de destrucción de los servicios públicos.
Ahora los/as trabajadores/as del metro de Londres tienen la capacidad de infligir una derrota real sobre Cameron y compañía. Una victoria suya sería una victoria para todos los que han llevado la peor parte de las políticas de austeridad impuestas por la troika en los últimos años.