Los técnicos de mantenimiento de la red de Movistar se encuentran en huelga desde el pasado 7 de abril, es decir, desde hace ya más de 2 meses, aunque su lucha apenas ha aparecido en los medios de comunicación.
Menos se ha hablado aún de las condiciones de los trabajadores y cómo se ha generado esta situación, ya que estos trabajadores no prestan servicios ni son pagados directamente por Movistar, sino por subcontratas. Mirando exclusivamente a sus beneficios, por supuesto, Movistar ha estado modificando los contratos con estas empresas a la baja, lo que a su vez ha repercutido en peores contratos y condiciones para sus plantillas. Además, tanto Movistar como las empresas subcontradadas no pagan por horas sino por servicios realizados, lo que está forzando a realizar muchas más de 40 horas a la semana para llegar a un salario mínimamente digno. La contratación bajo la forma de autónomos también es muy común para ahorrarse cuotas en seguridad social y otros gastos, lo que está forzando a los trabajadores a realizar jornadas aún más esclavas, llegando a trabajar de lunes a domingo además de tener que hacerse cargos de gastos como transporte, herramientas, etc.
Hasta ahora se ha conseguido llegar en las negociaciones a compromisos como elevar los baremos de pago. Sin embargo, los trabajadores amplian sus demandas para poder llegar a unas condiciones mínimas en sus empleos: una baremación realista, que consiga que una jornada de 40 horas semanales tenga un salario digno; el mantenimiento en futuros contratos de las plantillas actuales, incluyendo contratos para los actuales autónomos; subidas en futuros contratos de al menos el IPC en lugar de los anteriores contratos a la baja; y que el trabajo de fin de semana y festivo se regule para que se compense con mayores retribuciones y descansos en días laborables.
Hasta ahora se ha conseguido llegar en las negociaciones a compromisos como elevar los baremos de pago. Sin embargo, los trabajadores amplian sus demandas para poder llegar a unas condiciones mínimas en sus empleos: una baremación realista, que consiga que una jornada de 40 horas semanales tenga un salario digno; el mantenimiento en futuros contratos de las plantillas actuales, incluyendo contratos para los actuales autónomos; subidas en futuros contratos de al menos el IPC en lugar de los anteriores contratos a la baja; y que el trabajo de fin de semana y festivo se regule para que se compense con mayores retribuciones y descansos en días laborables.
A largo plazo además aspiran a que sea Movistar directamente el que contrate, para acabar con la explotación que suponen las subcontrataciones en bucle. Esta última demanda es importante ya que los trabajadores subcontratados técnicos, y los de otros departamentos como de atención al cliente, se enfrentan a condiciones de trabajo especialmente precarias, y a salarios muy bajos que no les permite salir en muchos casos de la pobreza. Mientras tanto, Telefónica, empresa matriz de Movistar, se sitúa como la empresa de telecomunicaciones más importante de Europa y quinta en el mundo, y presume de estar en constante crecimiento. Y estas situaciones no se dan solamente en Movistar, sino que se reproducen en todas las empresas del sector, por lo que una victoria de los trabajadores de Movistar, tendría una gran repercusión y daría confianza a otros trabajadores de este sector, y también de otras empresas que utilizan la subcontratación para abaratar costes y aumentar el margen de beneficios a costa de los trabajadores.
Situaciones como la subcontratación y la precariedad laboral dividen a las plantillas, haciendo que muchas veces las trabajadoras y trabajadores nos sintamos aislados y sin motivación para luchar por unas condiciones de trabajo que de todas formas – en muchos casos – terminarán en pocas semanas o meses. Esto ha tenido también repercusión en esta huelga, con un seguimiento desigual y que no se ha dado en todas la provincias del estado debido a las diferentes empresas prestando servicios en diferentes zonas geográficas. Sin embargo, los técnicos de Movistar están recibiendo la solidaridad de otros trabajadores de Telefónica que podrían realizar paros en solidaridad, de colectivos sociales y también de partidos de izquierda. Fue por ejemplo, muy significativa la solidaridad que recibieron de figuras como Ada Colau a raíz de su ocupación en el Mobile World Congress y el intento de reprimirlos. Está claro que ha sido la lucha incansable durante ya dos meses la que podrá dar una victoria a los trabajadores de Movistar, y estos piden, generosamente, que se sumen ahora todos los trabajadores que puedan a la huelga, para conseguir buenas condiciones para todo el estado español.
En la raíz de la explotación que sufren estos trabajadores podemos encontrar la privatización de Telefónica, que no ha servido, junto con la entrada de otros operadores, para mejorar la competencia y los servicios como vaticinaba la propaganda neoliberal, sino para beneficiar a una élite con buenas conexiones además con el poder político. La famosa "puerta giratoria" está, por lo tanto, bien engrasada en Telefónica, que ha fichado a figuras de la corrupción política como Iñaki Undargarín y Eduardo Zaplana. Actualmente, en el Consejo de Administración de Telefónica se sientan Rodrigo Rato, y el marido de la vicepresidenta del gobierno Sáenz de Santamaría.
Para eliminar este pozo de corrupción y de privilegios para la clase dirigente, es necesario que las empresas de telecomunicaciones, así como la de otros sectores clave de la economía como banca, energía y transporte, sean tomadas en manos públicas. Pero esto no para que decidan sobre ellas burócratas del estado sino para que su gestión se realice de forma democrática y transparante por asambleas de trabajadores y representantes del resto de la sociedad. De esta forma estas empresas se pondrían al servicio de la sociedad, en lugar de exprimirla para su beneficio, y se podrían conseguir salarios y condiciones de trabajos dignas para sus plantillas, el fin de la subcontratación y precariedad en estos, y de lacras como la pobreza energética.