La heladería Bornay explota a sus trabajadores y reprime toda filiación sindical


11/03/2013, Roberto Mérida, Socialismo Revolucionario, a Joshua, trabajador despedido de la Heladería Bornay y militante sindical por el SAT


Iniciamos este ciclo de entrevistas titulado: Testimonio Obrero, con la siguiente entrevista a Joshua, militante sindical del Sindicato Andaluz de Trabajadores y recientemente despedido por su antigua empresa, la Heladería Bornay, por participar en una serie de movilizaciones y protestas, junto con sus compañeros, por exigir una mejora de las condiciones laborales y denunciar la situación de incumplimiento del convenio.

Las horas habituales son una media de 60 horas a la semana”, comienza a hablar Joshua, al poco de iniciar la entrevista, y preguntarle por las condiciones que sufren los trabajadores de su antigua empresa. “5 € la hora, no se paga nocturnidad ni horas extras. Es muy habitual cerrar a las 2 de la mañana, a las 7... no se respetan horas de sueño. Como mucho te dan 10 minutos a la hora de almorzar para comer una tostada. Ese es el único tiempo de descanso.”

Acto seguido, le preguntamos por el convenio, a lo que responde sin titubeos:
Es otro mundo. El convenio de hostelería es completamente distinto, 20 minutos de descanso, no menos de 8 horas de sueño, cobras horas extras, horas de mostrador, no más de 160 horas mensuales. Nosotros trabajamos una media de 240 horas.”

¿De cuánto es la jornada laboral habitual?
Mínimo 10 horas

¿Días de descanso?
1 al azar, al libre albedrío de lo que estipule la encargada de personal. Ella te lo da, y ella te lo quita.

¿Ha habido algún tipo de respuesta de parte de los trabajadores?
Sí, claro, cuando estaba dentro conseguí movilizarlos.

¿Cómo empezaste en la lucha sindical?
La gota que colmó el vaso fue que, cuando el trabajador lleva más de 1 año, allí de cara a la ley tiene mes y medio de vacaciones. Ellos iban a darme medio de baja, pagando en negro, querían pagarme en negro la mitad de lo que cobro, viendo eso, me mosqueé, como no entendía mucho, me fui al SAT a informarme un poco.

1 vez que estuve y me empezaron a informar, me quedé boquiabierto.

Decidí moverme porque vi que yo llevaba un año y 3 meses, con unas condiciones propias del siglo XIX.

¿Por qué al SAT?
Por la fama que tienen de combativos. Otros sindicatos no son tan luchadores. Yo tenía entendido que el SAT era un sindicato a pie de calle, que de 1ª hora se vuelcan contigo, y ya en un primer acercamiento, se volcaron y viendo eso decidí afiliarme.

Si no fuera por el SAT no estaría donde estoy, porque no sabía nada de lo que sé ahora.

¿Había presencia de otros sindicatos?
No, de ninguno. Nadie se había interesado. Yo fui el primero y me gustó.

¿Cuándo se producen las 1ªs reacciones por parte de la empresa?
Cuando el SAT vino a dar el convenio a los trabajadores, de momento reaccionaron. Las represalias vinieron después.

¿Cuánto tiempo duró la protesta?
4 meses.

¿Resultados?
Antes la empresa ignoraba el convenio. Empezamos con una denuncia, llegaron a ofrecer una suma generosa de dinero, para que paráramos de protestar. Pero nuestro objetivo es que se cumpla el convenio y la readmisión. La cosa no se arregla con dinero.

¿Es eso posible?
¿La readmisión?, cuando haya un juicio.

¿Por qué crees que la legalidad va a estar de tu lado?
Hay una vulneración de derechos tan evidente que sería un descaro.

¿Qué les dirías a otros trabajadores?
Que se organicen, que no pueden estar solos, que no vale cada 1 por su cuenta. La unión hace la fuerza.

¿Qué piensas del sistema en que vivimos?
Que falla. El rico cada día es más rico y el pobre cada día es más pobre.

Mucha crisis pero la que lo está pasando mal es la clase obrera. Las altas esferas siguen teniendo lo mismo y más.

¿Crees que es necesaria una revolución?
Sí. La gente se deja pisotear. Ese es el principal problema, que la gente permite que esto pase. Además, en otros países la clase trabajadora a la mínima que un político abuse sale a la calle. Pero aquí se dejan pisotear.

¿Tienes alguna esperanza en los grandes partidos?


Ninguna. He perdido la fe en los actuales partidos políticos. No voto. Ni siquiera en aquellos partidos que hablan de democracia o dicen que son de izquierdas, porque al final veo que todos barren para el mismo lado.