Necesitamos convocar una segunda huelga general de 48 horas si queremos proseguir la lucha contra la reforma y los recortes
Las consecuencias de las políticas de austeridad
A pesar del éxito de la huelga general del pasado 29 de marzo, la política de ataques a la clase trabajadora no ha cesado: el medicamentazo, la subida de las tasas universitarias y del ratio de alumnos por aula en todos los niveles educativos y el anuncio de nuevas medidas de represión han sido la respuesta por parte del gobierno de Mariano Rajoy.
Las medidas de austeridad han continuado y continuarán mientras dicho gobierno sienta más fuertemente la presión de los “mercados” que la presión de la lucha por los derechos de la clase trabajadora.
Estas medidas lo único que están consiguiendo es enfriar más la economía y calentar más la calle. Como era de prever, la economía española ha vuelto a entrar en recesión y continúa siendo el principal foco de preocupación de todos los capitalistas del mundo. Demasiado grande para ser rescatada y demasiado grande para dejarla caer sin poner en jaque la supervivencia del euro y con ello la estabilidad financiera mundial, “los mercados” siguen exigiendo “reformas” que les permitan asegurar sus tasas de beneficio a costa de los derechos de la clase trabajadora.
La demagogia utilizada para justificar estos recortes es evidente. Al mismo tiempo que los justifican para no acabar como Grecia, imponen medidas que nos llevan exactamente a la misma situación. Al mismo tiempo que aumenta el paro y la pobreza debido a unos recortes que principalmente se ceban con los sectores que tienen una mayor función redistributiva de la riqueza como son la sanidad y la educación, se destinan enormes cantidades de dinero a pagar rigurosamente una deuda y unos intereses que no paran de aumentar. A los 37.000 millones de euros ya “ajustados” habrá que sumar un importe cada vez mayor para alcanzar los objetivos de déficits impuestos por la UE. Mientras tanto, las grandes multinacionales y la banca siguen aumentando sus reservas y evitando que estas fluyan a la espera de ser invertidas en el momento y lugar que más convenga a sus tasas de beneficios.
Las consecuencias sociales de esta situación son catastróficas: aumento del paro, perdida de derechos obtenidos mediante las luchas de generaciones anteriores, aumento de personas sin hogar, aumento de las tasas de suicidios, aumento del número de personas sin acceso a la sanidad y a la educación superior, descenso en la calidad de los servicios públicos, …
Una alternativa socialista como salida de la crisis
Es totalmente necesaria una lucha sostenida en contra estos ataques. La huelga general del 29 de marzo fue la primera muestra de que la clase trabajadora tiene la capacidad de movilizarse con determinación a pesar de todas las trabas que suponen la represión, la deslegitimación desde los medios de comunicación y las políticas pactistas llevadas a cabo desde las direcciones de los sindicatos mayoritarios. Organizándose desde abajo y presionando desde las asambleas 15-m, desde las bases sindicales y desde los movimientos sociales es posible volver a forzar a los dirigentes sindicales a la convocatoria de una nueva huelga general.
Es durante una huelga general que crece enormemente la conciencia de clase al mostrarse la fuerza que pueden tener los trabajadores luchando conjuntamente.
Pero las demandas de la clase trabajadora no se deben quedar en una simple protesta contra la situación económica y las políticas de recortes. Es necesario plantear una alternativa clara de salida de la crisis a través de un programa político que ponga frente a la austeridad unas medidas de estímulo de la actividad económica para la creación de empleo y servicios públicos de calidad.
Solamente mediante nacionalización de la banca y de las empresas claves en los sectores estratégicos de la economía bajo control democrático de los trabajadores es posible poner fin al sistema capitalista y recuperar el control de la economía, implantar un sistema socialmente más justo, repartir equitativamente el trabajo entre los trabajadores, evitar las discriminaciones y dotar a toda la clase trabajadora de unos servicios públicos de calidad que cubran todas sus necesidades. Esto solamente es posible sustituyendo los gobiernos dirigidos por banqueros, empresarios y políticos capitalistas por gobiernos verdaderamente democráticos surgidos de la clase trabajadora.
El primero de mayo y el internacionalismo
El primero de mayo, símbolo del internacionalismo de la clase trabajadora, se muestra más necesario que nunca como punto de unión de las diferentes luchas en contra de la situación actual. Punto de unión a nivel local, dónde asambleas, bases sindicales y movimientos sociales puedan unir sus esfuerzos y, punto de unión a nivel internacional, donde los trabajadores de los diferentes estados puedan mostrar que han entendido que no hay salida posible de la crisis dentro del sistema capitalista, ya que es el propio sistema quién la crea, y que están dispuestos a luchar conjuntamente y solamente llevando a cabo esta lucha desde el internacionalismo es posible poner fin al actual sistema capitalista.
La demanda de una huelga general europea sería el primer paso para empezar a mostrar seriamente la fuerza que puede llegar a tener la clase trabajadora unida internacionalmente.
Desde Socialismo Revolucionario demandamos:
- Una huelga general de 48 horas. Controlada democráticamente desde abajo por comités de huelga de trabajadores.
- El fin de la política pactista de las cúpulas de los sindicatos mayoritarios.
- La nacionalización de la banca bajo control democrático de los trabajadores y la cancelación de la deuda externa.
- El fin de las políticas de austeridad y una inversión pública masiva para crear empleo y servicios públicos de calidad.
- La construcción de un verdadero gobierno de trabajadores en lugar de un gobierno dirigido por empresarios, banqueros y políticos capitalistas